Las
supervivientes del machismo animan a las mujeres a denunciar
En
1999, la Asamblea General de la Naciones Unidas declaró el 25 de
noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer. Llevamos, pues, 11 años conmemorando,
desde las instituciones públicas, con las organizaciones de mujeres
y con toda la sociedad, la lucha contra cualquier forma de violencia
que sufren las mujeres. Los resultados son alentadores pero no es suficiente.
Ante
esto y en este día, todos los medios por los que se puede hacer
comunicación entre ellos Twitter, han logrado expandir su “vos”
de rechazo desde un lenguaje puramente social y propio de la
necesidad que reclama respeto y dignidad. Pensamientos como: “las
publicidades para la mujer ejercen a diario violencia de género”,
“juicio y castigo para MrMúsculo y sus secuaces”, o “¿ y tú?
¿ya has sacado tarjeta roja al maltratador?, ¡cuenta, no te hagas
drama!”, y otros como “ todas las publicidades que nos hacen
quedar como fregonas, menstruantes, constipadas y gordas son
(Violencia De Genero)”, se adueñaron de las redes sociales creando
una atmósfera de rabia ante el maltrato.
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Denunciar
a tu verdugo, romper todo contacto con él, abandonar al que muchas
veces es el padre de tus hijos es muy difícil. Antonia Ábalos lo
sabe. Su marido la agredió durante años. El maltrato psicológico
la mantuvo atada, pero finalmente escapó. Y tuvo que irse lejos,
llegó a España desde México con su hija de siete años. Ahora,
esta mujer de 42 años se considera una superviviente de la violencia
machista. "Si es duro enfrentarse a lo desconocido, a empezar de
nuevo, a denunciar, más duro es compartir la cama con el hombre que
te maltrata y que te puede llegar a matar", cuenta. Ella ha
conseguido superar todas las torturas y es una mujer nueva. "Ahora
soy dueña de mi vida, de mi dinero, de mi cuerpo, de mi erotismo, de
mis sueños y mi libertad", dice.
"Si
resistí los golpes también puedo empezar de nuevo", dice una
mujer
Como
Ana Bella Estévez, maltratada por su esposo durante 11 años. Desde
que se casó con apenas 18. Tuvo cuatro hijos con su verdugo. No se
libró de los golpes ni de las agresiones sexuales ni siquiera cuando
estaba embarazada. "Me llegó a tener una semana encerrada en
casa para que reflexionara sobre por qué había tendido en el balcón
la ropa interior. Decía que provocaba a otros hombres", cuenta
ahora.
Estévez
también escapó. Una noche que su pareja trabajaba tuvo la fuerza de
coger a sus cuatro hijos, montarlos en el coche y marcharse a otra
ciudad. Allí denunció a su verdugo. "La policía me dijo que
escribiera en un papel lo que había pasado. Rellené decenas de
folios. Cómo poner en uno solo 11 años de pesadillas",
rememora. Los servicios sociales alojaron a esta mujer que ahora
tiene 38 años en una casa de acogida. Allí empezó verdaderamente a
vivir. "En la casa, entre rejas, sin poder salir por miedo
empecé a sentirme libre de verdad. Nadie me decía como tenía que
vestir, ni me impedían leer libros, como hacía él, diciendo que
eso solo era perder el tiempo", explica.
Fue
en ese momento cuando Estévez empezó a darse verdadera cuenta de lo
que había sufrido. "Antes, mientras todo ocurría no me daba
cuenta de que estaba siendo maltratada, no era consciente",
cuenta. "Así empecé a pensar que todas las fuerzas que había
tenido para resistir el maltrato las tenía también para darle a mis
hijos una vida en armonía. Para empezar de nuevo. Somos
supervivientes. Mujeres fuertes que podemos con todo. Solo debemos
darnos cuenta de ello", dice. Estévez fundó una asociación
(www.fundacionanabella.org) para ayudar a las mujeres que ha sufrido
maltrato. Ahora tiene un trabajo, una vida nueva y es feliz.
Igual
que pueden serlo las mujeres que ahora viven sometidas por sus
verdugos. Ábalos y Estévez cuentan su historia. Su logro de
supervivencia es vital para que las mujeres se animan a denunciar.
"Da miedo hacerlo, pero se puede salir de la violencia. Nosotras
somos la muestra. Se puede ser feliz. Hay esperanza", dice
Ábalos.
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