Banderas
negras flameaban al mismo tiempo que se consumía el minuto de
silencio ofrecido en memoria de los fallecidos en los hechos del 30
de septiembre. Así comenzó el día para los ciudadanos que por
propia iniciativa se declararon en vigilia permanente en los
exteriores del Palacio de Justicia con el objetivo de exigir
justicia.
Juan
Pablo Velasco, quiteño de 55 años fue uno de los primeros
ciudadanos que dio su testimonio en las afueras del Palacio de
Justicia, comentó que el día de los hechos, se encontraba en la
Plaza Grande, pero alrededor de las 15h00 acompañando a las cientos
de personas que se movilizaban al hospital a unos 50 metros de este
centro de salud fueron recibidos con bombas lacrimógenos, "una
me rozó la pierna y tuve que huir". Indicó que ese día fue
terrible para el país y que por eso se mantendrá en las afueras
del Palacio de Justicia "no se puede decir que no pasó nada,
los muertos no se los puede olvidar".
Jorge
Cisneros quien recibió 97 perdigones, en su intento por llegar al
hospital, comentó que el 30-S "después de recibir los impactos
de los perdigones, varios policías se acercaron para patearme en el
piso y así quitarme la cámara fotográfica y gracias a gente que me
ayudó no perdí la vida". Manifestó que esos sucesos son los
que le impulsan a mantenerse en la vigilia, para exigir que no haya
impunidad y que la bandera negra que portaba es "porque estamos
de luto en memoria de las personas que fallecieron en defensa de la
democracia".
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