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miércoles, 16 de marzo de 2011

¿El marketing incomoda a la cultura?


La cultura es marketing”, y no incomoda a nadie al contrario hace que indirectamente nos sintamos reconfortados, alegres. Esto porque permite mostrar la cultura y hasta la identidad, lo que da espacio a interpretaciones y reconocerla como tal. No incomoda que elementos propios de una tribu, comunidad, país puedan ser vistos, encontrados, con tal facilidad como se identifica alguien desde su acento, desde las preferencias y gustos alimenticios.

El marketing para la cultura es importante de lo contrario qué traeríamos de recuerdo cuando regresamos de otro lugar, cómo sabríamos qué es lo propio de allá para regalar a nuestra llegada y afirmar que ese pequeño objeto de determinado país quiere decir que es ese país. Es importante en tal medida pues permite vender, exportar, copiar, difundir.

Pero qué sucede cuando las expresiones culturales pierden su expresión, que pasa cuando un sol pasto deja de ser un sol pasto y pasa a transformarse en líneas formando algo que nadie sabe lo que significa pero que todos las tienen y que todos, en espacial las instituciones culturales, las regalan como sinónimo de preocupación por la cultura y sus artesanos.

Seguramente no pasa nada, porque el fin es decir que ese objeto es “parte de la historia del lugar” y ya, o “que es una muestra de lo que fuimos” y nada más. Y así, estamos haciendo marketing cultural sin saberlo, estamos exportando nuestra cultura, identidad, sin un significado fuerte que la respalde ante el que la desconoce, que no sea el precio de ese objeto y la procedencia. Y es que el marketing no tiene tiempo para detenimientos, eso sí incomoda.

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