Hace poco
Pascual Serrano, periodista español, publicó en su espacio digital
un análisis sobre el panorama que los medios de comunicación crean
en la sociedad. El artículo se llama “Derecha política y
mediática creando enfermos mentales”, y da nota de la capacidad
que el contenido de cada noticia tiene para posicionarse como única
e irrefutable verdad. El problema está en que la información diaria
que nos llega en papel periódico o en un triple w, empieza a ejercer
desde todos los costados una presión que nos impide pensar dentro
de un análisis de investigación propio, y nos deja como único
acercamiento lo leído en ese primer momento.
Este
posicionamiento “de la gran mentira”, genera en el subconsciente
lo que Serrano denomina “una realidad ficticia en la que todos los
males, todo lo malo que sucede proviene de una sola causa o de una
sola persona”. Esto es peor cuando se vuelve colectivo, y son más
y más los que se auto impiden de crear opinión y pasan a ser el
resultado de los procesos de comunicacionales que alimentan a diario
y a primera hora al cuerpo que años más adelante estará fuerte e
impenetrable por otras realidades.
Este mal
anda rondando en la mayoría de los países de América Latina que
intentan destapar las “grandes mentiras” de los medios, que como
es obvio, continuarán creando panoramas de apoyo cubiertos de
“libertad de expresión”. Pero lo que olvidan es que no solo
ellos producen opinión, ni construyen realidades, olvidan que hay
otros espacios desde donde el pensamiento distinto se fortalece.
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