Luis Erazo, creador de de la biblioteca museo |
A más de los seis mil
500 libros con los que cuenta el Centro Fronterizo de Integración
Cultural “Monseñor José Abelino Fuertes”, de la parroquia de Julio
Andrade, existe un escenario donde confluyen los tiempos. Luis
Erazo, es el bibliotecario de este espacio que el sábado 27 de octubre cumple 25 años de creación.
Hace cuatro años empezó
a crear un espacio que hable de él y de las cosas que le apasionan,
así transformó un espacio frío, hecho de ladrillo, en un atractivo
lugar lleno de historia y libros.
Hace 25 años, Luis
Erazo, empezó como bibliotecario en una casa pequeña y antigua
donde de a poco el piso fue cediendo por el peso de los libros, pasó
entonces a otro sitio igual de incómodo, hasta llegar al local que
la Junta Parroquial de Julio Andrade destinado para sesiones
y fiestas. Ganó la cultura, y hace 4 años ahí funciona la
biblioteca “Monseñor José Abelino Fuertes”; un sacerdote nacido
en Julio Andrade y reconocido por su trabajo social.
Luis Erazo alza uno de los cuadernos de contabilidad de más de 50 años perteneciente a la sociedad obrera de Tulcán. |
A partir de entonces la
idea de Luis Erazo fue dotar a la biblioteca de elementos que puedan
convertirla en algo más llamativo, algo así como un sitio cultural
donde haya música, exposiciones, donde se aprecie un museo.
Lo primero que puso para
su realización fue un par de piedras antiguas y unas ollas de
barro. Así inició hasta llegar a lo que ahora es: una biblioteca
museo con más de 250 antigüedades expuestas en paredes y mesas.
La única con estas características en toda la provincia.
Ahí se encuentran dos
libros de contabilidad pertenecientes a la Sociedad Obrera de Tulcán,
máquinas de escribir Remington y de coser que datan de 1930. Hay
documentos sobre la creación de la parroquia Julio Andrade que se
salvaron de ser quemados por la comunidad. Está una piedra pizarra,
que tiene la forma de una hoja de papel y que antes servía de
cuaderno de apuntes. Una soga o cuayara hecha de paja muy fina que
servía para sostener las vigas de los tumbados en las casas de teja.
La mayoría de
antigüedades han llegado allí como regalos de personas que
reconocen en “Don Luis” un interés para reconstruir la
historia desde los objetos. Aunque también hay quien los da por el
poco sentido que tienen para ellos, o “porque son cosas viejas que
ya no valen”. Ante esto, cada artefacto guarda una historia que
alimenta la explicación que este bibliotecario hace a los
interesados. Las preguntas por lo general son las mismas: qué es
eso, de qué esta hecho, para qué sirve, cuantos años tiene.
“Eso es mi motivación
para hacer que conozcan una muestra de lo que el tiempo ha ido
dejando atrás, para que sepan qué utilizaron los abuelos, para
saber que lo moderno también tiene un viejo origen”.
Es difícil describir y
nombrar cada una de las cosas que componen esta biblioteca museo,
aunque “Don Luis” lo haga perfectamente, pero lo que resulta
fácil es entender que cada objeto existente denota también los
comportamientos de las personas. Esta por ejemplo las ollas de hierro que cargaban las mujeres largos
trayectos sin importar su peso y que mantenían caliente los
alimentos que eran llevados al lugar de la cosecha de sus esposos.
DR/h
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