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jueves, 25 de octubre de 2012

La biblioteca “Monseñor José Abelino Fuertes” cumple 25 años

Luis Erazo, creador de de la biblioteca museo
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A más de los seis mil 500 libros con los que cuenta el Centro Fronterizo de Integración Cultural “Monseñor José Abelino Fuertes”, de la parroquia de Julio Andrade, existe un escenario donde confluyen los tiempos. Luis Erazo, es el bibliotecario de este espacio que el sábado 27 de octubre  cumple 25 años de creación. 
Hace cuatro años empezó a crear un espacio que hable de él y de las cosas que le apasionan, así transformó un espacio frío, hecho de ladrillo, en un atractivo lugar lleno de historia y libros.

Hace 25 años, Luis Erazo, empezó como bibliotecario en una casa pequeña y antigua donde de a poco el piso fue cediendo por el peso de los libros, pasó entonces a otro sitio igual de incómodo, hasta llegar al local que la Junta Parroquial de Julio Andrade destinado para sesiones y fiestas. Ganó la cultura, y hace 4 años ahí funciona la biblioteca “Monseñor José Abelino Fuertes”; un sacerdote nacido en Julio Andrade y reconocido por su trabajo social.


Luis Erazo alza uno de los cuadernos de contabilidad de más de 50 años perteneciente a la sociedad obrera de Tulcán.
A partir de entonces la idea de Luis Erazo fue dotar a la biblioteca de elementos que puedan convertirla en algo más llamativo, algo así como un sitio cultural donde haya música, exposiciones, donde se aprecie un museo.
Lo primero que puso para su realización fue un par de piedras antiguas y unas ollas de barro. Así inició hasta llegar a lo que ahora es: una biblioteca museo con más de 250 antigüedades expuestas en paredes y mesas. La única con estas características en toda la provincia.

Ahí se encuentran dos libros de contabilidad pertenecientes a la Sociedad Obrera de Tulcán, máquinas de escribir Remington y de coser que datan de 1930. Hay documentos sobre la creación de la parroquia Julio Andrade que se salvaron de ser quemados por la comunidad. Está una piedra pizarra, que tiene la forma de una hoja de papel y que antes servía de cuaderno de apuntes. Una soga o cuayara hecha de paja muy fina que servía para sostener las vigas de los tumbados en las casas de teja.

La mayoría de antigüedades han llegado allí como regalos de personas que reconocen en “Don Luis” un interés para reconstruir la historia desde los objetos. Aunque también hay quien los da por el poco sentido que tienen para ellos, o “porque son cosas viejas que ya no valen”. Ante esto, cada artefacto guarda una historia que alimenta la explicación que este bibliotecario hace a los interesados. Las preguntas por lo general son las mismas: qué es eso, de qué esta hecho, para qué sirve, cuantos años tiene.

“Eso es mi motivación para hacer que conozcan una muestra de lo que el tiempo ha ido dejando atrás, para que sepan qué utilizaron los abuelos, para saber que lo moderno también tiene un viejo origen”.

Es difícil describir y nombrar cada una de las cosas que componen esta biblioteca museo, aunque “Don Luis” lo haga perfectamente, pero lo que resulta fácil es entender que cada objeto existente denota también los comportamientos de las personas. Esta por ejemplo  las ollas de hierro que cargaban las mujeres largos trayectos sin importar su peso y que mantenían caliente los alimentos que eran llevados al lugar de la cosecha de sus esposos.
DR/h

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