El
21 de septiembre comienza el ‘Sataw lapaka’, que es la época de
la siembra en los terrenos preparados; también es el Warmi Pacha o
tiempo de la parcialidad femenina.
El equinoccio da inicio a la fertilización de la tierra |
La
llegada de la primavera el 21 de septiembre es celebrada usualmente
con regalos y flores entre los enamorados, pero el hombre de los
Andes, desde la época prehispánica con la capacidad de identificar
los periodos del tiempo, realiza rituales por el equinoccio
primaveral dedicados principalmente a la agricultura.
La
fecha marca el llamado el Sataw Lapaka con ofrendas y
rituales, también para el festejo de la Koya Raimi o fiesta
de la reina, al coincidir algunas celebraciones de vírgenes en la
región altiplánica. Septiembre, principalmente, es el mes por
excelencia de la siembra y de la esquila de los animales.
El
calendario andino está basado en los solsticios y los equinoccios;
las civilizaciones prehispánicas dividieron el tiempo
fundamentalmente por la actividad agrícola, identificaron los
movimientos estelares, lo que les permitió reconocer temporadas de
sequía y de lluvia.
Los
rituales dedicados exclusivamente a la Pachamama (Madre Tierra) que
se cumplieron en agosto terminan y según las leyendas la misma
Pachamama ‘despierta’ de su descanso y está lista para ser
nuevamente sembrada.
Los
comunarios del altiplano inicialmente comienzan con las primeras
siembras en los sitios altos con la papa, oca, quinua y cebada, que
dependen básicamente de la lluvia, la que llegará en diciembre y
que es importante para la agricultura.
Los
antropólogos dicen que la cosmovisión andina divide el calendario
en dos períodos: el Awtipacha, o tiempo seco, que se
identifica con lo masculino, y el Jallupacha, tiempo de
lluvias, que se identifica con la parcialidad femenina.
La
dualidad y el equilibrio son elementos que sobresalen de la forma que
tienen de concebir el ‘cosmos’ los pueblos de los Andes.
El
filósofo aymara y director de Protocolo de la Cancillería del
Estado Plurinacional, Fernando Huanacuni, considera que el equinoccio
de primavera marca una transición importante y que no solamente
incumbe a la agricultura en el campo. “Nosotros somos los más
grandes agricultores de nuestras vidas, por lo que hay que ser cautos
en esta época”, dice el investigador.
La
parcialidad femenina o Warmi Pacha se inicia con el Sata Qallta
o Sataw lapaka, la siembra, que señala el tiempo de la mujer, de lo
femenino, de la Pachamama, de la fertilidad, del tiempo de lluvia y
sobre todo tiempo de siembra y de acción, agrega Huanacuni que es
originario de la comunidad Sariri.
El
investigador recomienda a la población en la época del Sataw
lapaka, tener claridad en lo que se va a decir, hacer, generar y por
dónde se va caminar.
Ésta
es la época de siembra en nuestro cotidiano vivir, que se relaciona
con el pensar, sentir e incluso nuestro ‘no hacer’; es una
siembra que también tendrá una cosecha, la que tendrá un resultado
que dependerá según lo sembrado, reflexiona Huanacuni.
OFRENDAS
Equinoccio o inicio de la siembra |
Reflexión.
El periodo del sataw lapaka es reflexivo, por lo que implica
tener claridad en lo que se va a decir, hacer, generar y por dónde
caminar.
Esquila.
En esta temporada se corta la fibra de lana de los camélidos y
también del ganado ovino en una ceremonia ritual.
Siembra.
Existe una serie de rituales que se cumplen en el área rural, al
inicio de la siembra, que pueden ser dirigidos por las mujeres en la
ceremonia.
‘Wiñay
Pacha’ y la espera a los familiares
En
la temporada del Sataw lapaka que comienza el 21 de septiembre,
también se cumple una celebración especial llamada el Wiñay Pacha,
cuando cada familia prepara un lugar para recibir a sus seres
queridos que ya han partido hacia el Wiñay Marka o ciudad eterna. La
celebración es conocida en las ciudades como la fiesta de Todos
Santos.
El
Warmi Pacha o tiempo de la parcialidad femenina durará hasta
el 21 de marzo cuando se inicie el Chacha Pacha, la época del varón,
de lo masculino, tiempo en que se deja descansar la tierra y es
tiempo de mirar las estrellas, tiempo de reflexión, de
introspección, para otra vez preparar la nueva tierra y volver a
sembrar completando así el ciclo agrícola que se remonta desde la
época prehispánica en la región de los Andes que incluye varios
pueblos de Sudamérica.
Por:
Edwin Conde Villarreal
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