Escrito por Ramiro Díez
Carlos Andrés:
No acostumbro a responder mensajes, pero contigo
haré una necesaria excepción.
Advierto que, por razones de tiempo, y otras más
importantes, esta será mi única respuesta.
Respondo porque me lo exigen muchos oyentes que
han pretendido responder a tu carta.
Me impulsa la necesidad de aclararte algunos
puntos y el respeto que también le tengo a Carlos, tu padre.
Después de los párrafos y frases tuyas (que irán
en itálica) haré mis comentarios.
Como bases de lo que voy a decir, señalo:
PRIMERO.
Contra lo que la gente diga, no creo que haya que
respetar a las ideas de los demás.
Mi filosofía es respetar a la gente.
Las ideas son para debatirlas y desbaratarlas, si
es el caso.
Es a la gente a la que yo respeto.
No creo que las ideas sean respetables, porque por
considerarlas intocables, escuchamos tanta complicidad ante cualquier
insensatez.
Las ideas no son respetables, sino debatibles.
Todas las ideas deben ser miradas a la luz de la
razón.
Cualquier idea que se considere no analizable,
pertenece a alguna fe lunática.
Y como supongo que las tuyas son ideas, y no
dogmas delirantes, las calificaré en su momento, cuando lo ameriten.
Entonces, la primera conclusión es que puedo
discrepar en un 100% con tus ideas o con las de quien sea, pero
siempre encontrarán respeto en mis palabras y actitudes hacia
ustedes, como lo hago con todas las personas, sin excepción alguna.
SEGUNDO
Puedes estar tranquilo si te parece que, en algún
momento, el tono de tu carta sonó molesto o “cabreado”.
No me afecta. Los seres humanos tenemos no solo el
derecho, sino la obligación de molestarnos.
Como dice una vieja proclama aimará, “Hemos
guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”.
Y mejor si los motivos para molestarnos son
legítimos y, más aun, de contenido solidario.
En general, los humanos nos enfurecemos por lo que
atañe a nosotros, y no nos importa lo que es ajeno.
Es bello y revelador indignarse por lo que sucede
a otros, y no solo por lo que nos acontece a nosotros.
Cuando uno defiende derechos de los otros, sabe
realmente quién es uno, y cuál es su condición ética.
Defender lo propio, con rabia, es norma y es muy
fácil. Está en el instinto.
Defender lo de los otros es más difícil. Es
superior. Está en la conciencia.
Ambas formas son válidas, por supuesto.
Así que, tranquilo con esta carta. No encontrarás
agresiones – que nunca son argumentos--, sino razones y acotaciones
a lo que señalas.
En mi caso, no se trata de defender mis derechos,
sino los tuyos: defiendo tu derecho a estar bien informado. Para el
efecto, te estoy haciendo y te haré algunas aclaraciones.
TERCERO:
Agradezco el tono de tu carta (más allá de que
hables de “mier… y de coj… etc”), más allá de lo que puedas
pensar.
No es una ironía de mi parte. He recibido voces
de apoyo, y otras de recriminación.
Entre estas últimas, la tuya es la más amable.
De ahí para adelante, algunos especulan sobre el
pasado de mi progenitora y otros me amenazan con lo peor.
En cuanto a lo de mi madre, les garantizo que
están equivocados. Pero no tengo cómo responder a esos ¡siempre!
anónimos y, pudiéndolo hacer, lo evitaría.
Y hace años que no intercambio insultos porque
siempre gano. Y no es justo.
EMPIEZO POR EL FINAL. TEXTO TUYO:
De acuerdo a la lógica que hoy defiendes y por la
que pones tu nombre y cara, Ramiro, eres golpista.
Debe ser mi culpa, pero te juro que esto no lo
entiendo.
En fin: lo que hice, lo hice porque me asiste la
convicción de que lo que sucedió el 30S fue infame.
Lo hice en defensa de la memoria, no solo de los
miles de ecuatorianos que a esta hora nos estaríamos matando, sino
en defensa de esa misma policía que ese día puso al descubierto su
fragilidad conceptual.
Esos policías estuvieron a punto de bañar al
país en sangre, por esta sinrazón
Porque se les había más que duplicado el sueldo, a cambio de eliminar la limosna navideña de cuarenta dólares que se les entregaban en caramelos y fruslerías.
Porque se les había más que duplicado el sueldo, a cambio de eliminar la limosna navideña de cuarenta dólares que se les entregaban en caramelos y fruslerías.
Y eso no es una opinión: es un dato.
¿Será posible esa insensatez? ¿Existe alguien
que pueda defenderla?
No es posible que alguien salga a matar a un
presidente ni a seis ecuatorianos más por una bolsa de caramelos.
Por lo menos eso es lo que nos quieren hacer creer.
Si así fue, es indigno agredir porque a uno lo
tratan con dignidad.
Sigo sin entenderlo.
Ese día, basta este ejemplo, una ambulancia
recibió 18 (dieciocho) disparos.
Incluso el conductor recibió tres, y el herido
otros dos.
Eso no se ha visto ni en Irak, ni en Afganistán,
ni en la Segunda Guerra Mundial.
Y hubo muertes. Y hay impunidad.
TEXTO TUYO:
El domingo pasado… volviste… en una
cadena del gobierno mostrada en canales privados donde, junto a
periodistas como Polo Barriga, te encargaste de desacreditar el
periodismo y la credibilidad de los medios privados, en varios de los
cuales has trabajado sin restricciones…
Aclaro:
Mis opiniones no son de ahora: han sido desde
siempre.
Son las mismas en privado, frente a un micrófono,
o en una entrevista que luego se utilice para cadena nacional.
Esa ventaja tiene la gente conmigo: siempre les
digo lo que pienso.
Nadie necesita adivinar lo que estoy pensando.
No utilizo las palabras para esconder mi
pensamiento, sino para comunicarlo.
Y no menos importante: nadie me paga por expresar
mis opiniones, porque no existe nada, ni cantidad de dinero
suficiente en el mundo para mover un milímetro mi conciencia.
Debo aclarar que no la he visto – esa cadena--,
y que la entrevista fue hace muchos días, una de varias que
ocasionalmente me hacen.
Que no soy yo quien desacredita al periodismo.
Tú mismo lo reconoces cuando afirmas, más
adelante, que “eres
uno de los periodistas o comunicadores que le han dado siempre un
valor mayúsculo a la palabra y su buen uso”
Si te entiendo bien, en ese caso, soy yo uno de
los que acredito el oficio.
Mil gracias por ese reconocimiento.
No sé si te refieres al resultado, pero por lo
menos ese ha sido mi esfuerzo y mi vocación.
No puedo desacreditar al periodismo, como tampoco,
por ejemplo, puedo desacreditar a Mozart, a Messi (el futbolista), o
a Rembrandt.
Si el periodismo tiene un alto grado de descrédito
y casi nula credibilidad, se debe, entonces, a otras personas. No a
mí.
Imposible que con una sola declaración, mi poder
sea tal como para desacreditar al periodismo.
Una buena parte del periodismo se ha desacreditado
por sí mismo, todos los días, con una vocación colectiva y una
tenacidad de hormiga, durante años.
Te invito a mirar el papel de los medios de
comunicación en los últimos años en el país: dale una mirada a
qué candidatos han apoyado y a cuáles han rechazado.
Verás algo sorprendente: todos los candidatos
demonizados por los medios, han ganado las elecciones.
Todos los candidatos apoyados por los medios,
siempre perdieron
Igual resultado con las últimas convocatorias en
el país, desde la nueva Constitución.
Por olfato, la gente vota contra lo que defienden
los medios.
Equivocados, o no, la gente vota en contravía
Esto no es una opinión mía: es un dato
histórico, irrefutable.
En fin: es una generosa hipérbole tuya el
pretender que yo, huasipunguero radial, pueda desacreditar al
periodismo en su conjunto, con una sola declaración.
¿Así que si yo hubiera guardado silencio, el
periodismo gozaría de respeto?
¿Creerías que si salgo a decir mañana que Messi
es un fiasco, su pase pierda valor?
No tengo nada que ver con el desprestigio del
periodismo – al fin y al cabo no he sido profesor de nadie en esa
materia --- como tampoco soy culpable de los eclipses solares.
TEXTO TUYO:
“Por el otro, presentabas un espacio sobre el
30-S en GAMATV, emitido antes en TC, sin presentador, con textos, voz
y edición de autoría oficial (¿o los escribiste tú y pusiste a
otro para que locute?…”
Tal como te lo prometí, para tu información, y para evitarte especulaciones, te doy mi palabra:
Tal como te lo prometí, para tu información, y para evitarte especulaciones, te doy mi palabra:
Esos textos no los escribí yo.
Yo no escribo así. No es mi huella digital. No es
mi estilo.
No estuve en la edición ni en trabajos previos.
Mi participación se limitó breves instantes en
la entrada y cierre de cada capítulo.
Lo hice, además, sin libreto, de manera
improvisada.
Si yo hubiera participado en el trabajo, jamás
habría permitido errores que allí se filtraron, incluyendo algunos
que tú señalas, y otros de carácter gramatical.
Esto suena pedante, pero es la verdad.
Por la dudas:
No escribí, no edité, no sugerí, no produje
nada.
Solo improvisé los segundos de entrada y los
segundos de salida.
Es mi palabra.
Adendum: espero, si me refiero a tus puntos de
vista, no incurrir en especulaciones. No es mi estilo.
En esa materia uno puede cometer graves errores.
TEXTO TUYO:
Se muestra a un grupo de protestantes en la Av
Shyris. El locutor del video, los califica como grupos de “ultra
derecha”. Primera cuestión: ¿qué los hace grupos de ultra
derecha? ¿Llevan signos nazis? ¿Hacen alegoría a personajes como
Pinochet? ¿Tienen pancartas que hagan referencia al nacional
socialismo o doctrinas por el estilo? No. En las imágenes
mostradas, NO EXISTE UNA SOLA EVIDENCIA de que la protesta sea de
“ultra derecha”. Por el contrario, se muestra una protesta
pacífica con gente vestida de blanco.
Correcto. Ninguna observación a lo que señalas.
Es típico que cuando uno se encrespa, se
empantane el chip del lenguaje justo y correcto. Obviamente, los
personajes que aparecen allí, tan serenos, perdieron la cordura
cuando entraron a tu emisora y a tu canal, y al mío. Al de
todos.
Es decir, cuando entraron a los medios públicos a
destrozarlo todo y a impedir la transmisión, en nombre de la
democracia y la libertad de expresión.
Y esto no es una opinión: es un dato. Ahí están
las filmaciones.
Pero coincidimos en que el criterio de edición no
fue el mejor:
Deberían haber utilizado las expresiones
adecuadas, con las imágenes adecuadas.
TEXTO TUYO:
Esta es una cita inexacta de lo que dije, pero de
todas maneras la reproduzco, según tu carta:
“…La responsabilidad es tuya si me engañas
una primera vez. Pero si me engañas dos veces, la responsabilidad,
es mía”
“…Quienes tenemos los ojos vendados, desde ese
día, no vemos la justicia”.
Por lo expuesto
anteriormente, en este punto, tus frases son cinismo puro.
No sé si es cinismo. Es posible que lo sea, pero
en todo caso involuntario, lo cual no quita responsabilidad. Suele
suceder.
Es cinismo que tú, Carlos Vera junior hables de
“libertad de expresión”, cuando tu padre ha abandonado algún
canal, precisamente por censura de esos mismos medios.
Es cinismo, en tu caso, hablar de “libertad de
expresión”, cuando tú censuras las comunicaciones en mi apoyo
enviadas a tu blog y solo publicas las que permites, sin criterios de
equidad.
Parecería ser que el cinismo, como la gripe, es
algo de lo que nadie escapa.
Yo, por lo menos, soy consecuente en ese sentido:
cuando era algo más ingenuo de lo que soy ahora, creía en eso, en
la libertad de expresión. Ya no.
Y para muestra, te cuento que hace algunos días,
en entrevista con el Presidente Correa, él me dijo algo de la
“libertad de expresión”.
En cámaras, en vivo y en directo, le dije lo que
pienso: “Que hablarme de libertad de expresión es hablarme de
hielo frito, o de triángulos de cuatro lados. Que eso no existe,
como tampoco la cacareada libertad de expresión”
Y tu blog confirma que estoy en lo cierto.
Voy a suponer, en aras a la brevedad, que tienes
razón en todo lo que sigue, porque esta respuesta se haría
interminable. Resumo diciendo que en algunas opiniones discrepo y en
otras coincido.
Pero la parte final de tu carta tiene mucha
sustancia, y no puedo dejarla pasar por alto porque, otra vez, me veo
en la obligación de informarte y aclararte algunas cosas.
TEXTO TUYO:
“Es a él a quien le han dedicado “el
especial”. Tu conclusión es similar, pero más poética: “Vendrá
el reposo, el día en que la justicia y que la historia pongan sobre
los hombros de los responsables, la carga que se merecen.”
Si Vera es culpable, ¿por qué no tienes los
cojones de acusarlo formalmente?
Debo repetir, para la buena memoria, que los
textos que no están en mi voz, no son míos.
A mí nadie me dicta lo que yo digo.
Me hago responsable de lo que yo digo, no de lo
que digan terceros.
De idéntica manera como no soy el autor del
Quijote, por ejemplo.
En consecuencia, no me corresponde acusar a nadie
formalmente.
Te recuerdo que no pronuncié nombres propios
porque, entre otras cosas, como llevo muchos años sin ver
televisión, no conozco a casi nadie.
Y como me preguntas si tengo “cojones” , te
aclaro que desde que descubrí que mi madre era mujer, mi esposa
mujer, mis hermanas mujeres, mi hija mujer, y que mujeres son la
mayoría en nuestro país y en el planeta, y que todas ellas, siendo
tan valiosas, carecen de ese aditamento, me parece impertinente
utilizar ese lenguaje sexista.
Así que como tengo entendido que el tema ético
no se define del ombligo para abajo, sino del cuello para arriba, y
dado que “los cojones” no son mi pasión ni mi debilidad, y como
nunca los tengo en la punta de la lengua, porque no utilizo esa
palabra, omito cualquier comentario al respecto.
TEXTO TUYO:
Para terminar, te tengo malas noticias: Trabajaste
con Carlos Vera en televisión. Fue la primera y única vez que
alguien valoró tu talento para algo en TV que no sea un programa
comercial de concurso… Mi viejo promovió la presentación de tu
libro en Guayaquil y en más de una ocasión te orientó para que tu
programa crezca con la audiencia guayaca cuando trabajabas en Radio
Concierto.
Confundidísimo, estás, Carlos Vera junior.
Quizás no habías nacido, y por eso no tienes ni
la más remota idea. Te aclaro lo siguiente:
Mi primera incursión en televisión fue en Usted
Decide. Invitación de Gonzalo Ponce Leyva. Ha sido el programa que
ostentaba, hasta el momento en el que lo conduje, el más alto rating
para programas en vivo en la televisión nacional. Fue una
coproducción Ecuavisa-TV.Globo de Brasil.
Luego hice una revista cultural en Teleamazonas.
Nunca he dirigido programas de concurso. Las
ofertas que me han hecho, las he rechazado.
Me estás confundiendo con alguien más.
En cuanto a la radio, durante cuatro años hice un
programa que se transmitió en cuarenta y siete (47) emisoras en todo
el país. Se llamaba “La Clave”, y con ese programa gané premios
nacionales e internacionales. Soy, además, premio del PNUMA, (Plan
de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente).
Luego hice “Pase la Tarde”, en Radio Visión y
más tarde fui a Concierto. Allí conocí a tu padre, que escuchaba
mi programa en Guayaquil. Cuando Concierto se vendió para
convertirse en radio Disney, pasé a 101.7 F.M Radio Sucesos.
En cuanto a mi libro, le agradecí en su momento,
y le sigo agradeciendo, la presentación que le hizo en Guayaquil.
TEXTO TUYO:
Antes, mi viejo te regaló una enciclopedia que te
emocionó tanto, que le regalaste un mueble que él aún conserva en
la sala de su casa, como agradecimiento.
Como agradecimiento te aclaro eso: que no me
regaló una enciclopedia.
Me regaló una bella, una gran enciclopedia.
Te cuento:
Alguna vez en la oficina de tu padre, pedí
autorización a la secretaria para leerla. Cuando tu padre llegó, me
dijo que, en muchos años, nunca nadie había leído una sola página
de ella. Que allí llegaban expresidentes y ministros, y gente
muy importante, y que a nadie le había importado.
Al terminar la reunión, encontré que la
enciclopedia estaba en mi auto.
Lo anterior lo he dicho públicamente y, más de
una vez, cuando alguien me ha hablado mal de tu padre, y he hecho una
aclaración: que una es su posición política, y otra su condición
de ser humano.
Y lo he hecho por agradecimiento.
La vez anterior que nos encontramos, él de manera
generosa, se acercó a saludarme. Mis palabras fueron estas: “Yo
también quiero darle un abrazo al amigo que has sido, aunque ahora
estemos en orillas opuestas”.
Y nos despedimos con otro abrazo, mirándonos a
los ojos.
Si tú y yo estuviéramos frente a frente, te
diría exactamente lo que te he escrito, también, mirándote a los
ojos.
Ramiro Díez V
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