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miércoles, 13 de abril de 2011

EL MAESTRO (Eduardo Galeano)


"Los alumnos de sexto grado, en una escuela de Montevideo, habían organizado un concurso de novelas.
Todos participaron.


Los jurados éramos tres. El maestro Oscar, puños raídos, sueldo de fakir, más una alumna, representante de los autores, y yo.
En la ceremonia de premiación, se prohibió la entrada de los padres y demás adultos. Los jurados dimos lectura al acta, que destacaba los méritos de cada uno de los trabajos. El concurso fue ganado por todos, y APRA cada premiado hubo una ovación, una lluvia de serpentinas y una medallita donada por el joyero del barrio.


Después, el maestro Oscar me dijo:
–nos sentimos tan unidos, que me dan ganas de dejarlos a todos repetidores.


Y una de las alumnas, que había venido a la capital desde un pueblo perdido en el campo, se quedó charlando conmigo. Me dijo que ella, antes, no hablaba ni una palabra, y riendo me explicó que el problema era que ahora no se podía callar. Y me dijo que quería al maestro, lo quería muuuucho, porque él le había enseñado a perder el miedo de equivocarse".

El  texto tomado de Bocas del Tiempo  de Eduardo Galeano  quizá tenga el sentido de  algunos valores  aun negados en la  educación: el  error, la equivocación. Negados por confundir aprendizaje con perfección, conocimiento con repetición menorista como las formulas del llamado "existo" educativo propio de un modelo ligero, global de "La Escuela del Mundo al revés", que sin un peso de imaginación, y desde algo como una ventana diminuta, nos muestra lo que creeríamos no posible, lo enseñado por los otros maestros : los del mundo de  "éxito", los de la vida moderna, del consumo  ilimitado como  calmante para la  fiebre de insatisfacción, los que  no  perdonan las equivocaciones ni desajustes por miedo a que ese "individuo" altere la racionalidad de un mundo irracional.


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