Publicado el
18/Noviembre/2010 | 00:06
Por: Simón
Espinosa Cordero
simeco@hoy.com.ec
Rosario: Me alegro de que estés trabajando en el Centro de Investigación del Cáncer de la Universidad de Salamanca, España. Me pides que te cuente alguna novedad médica de aquí. La Asamblea Nacional aprobó en primer debate un proyecto de Ley de Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células que sustituirá a la ley hoy vigente. El segundo debate está previsto para el 19 de diciembre, cuarto día de la novena del Niño Jesús, quien, 33 años más tarde, habría de donar su cuerpo y sangre por nuestra salvación. La Sociedad Ecuatoriana de Bioética, presidida por Agustín García Banderas, médico y filósofo, fue recibida el martes 16 de noviembre por el presidente de la Comisión de Salud de la Asamblea. En esta comisión, se examina el proyecto de trasplantes. El presidente Carlos Velasco, médico, investigador, antropólogo y carchense, nos recibió con gran cordialidad y apertura. Le felicitamos por el proyecto y la socialización del mismo, le entregamos algunas observaciones con el ruego de que la comisión las analizara con miras al segundo debate. Te voy a comentar la que se refiere a la disposición contenida en el proyecto de ley de que toda persona fallecida de más de 18 años de edad se convertirá en donante a menos que, en vida, haya manifestado lo contrario.
¿De quién es, Rosario, tu cadáver? ¿De tu familia? ¿Del Estado? ¿Del sindicato del hospital donde falleciste? Solamente tú tienes el derecho de decidir que donas tu corazón, tus riñones, tu hígado, tu córnea. Y esta donación surte efecto solamente cuando se hubiere producido tu muerte encefálica. Si lo decidiste y si tus órganos son aptos para un trasplante, tu cadáver pertenecerá al Estado, previa conversación de los funcionarios estatales con tu familia. Si decidiste expresamente que nadie toque tu cadáver para trasplantes, tu "no quiero donar" es un testamento sagrado. Tu dignidad, tus recuerdos, tus proyectos, tu libertad de decisión, tu soledad y tu intimidad, la representación de tu cadáver en cuanto evidencia de tu fugacidad constituyen la quintaesencia de tu persona. La decisión que tomes debe ser muy meditada.
Ahora bien, mi querida Rosario, el proyecto de ley deja entender que los ecuatorianos debemos manifestar nuestra decisión cuando obtengamos la cédula de identidad, para que se señale en ella si nos donamos o no. Habrá, pues, una nueva cédula, entre otros fines, para evitar la debatible presunción. Sin embargo, decidirse a donar o no donar en el momento de cedularse sería una precipitación si no hubiese habido constantes campañas de concienciación. En nuestro Ecuador, de ordinario, los muertos son amados por la familia más allá del tiempo del duelo psicológico de medio año a un año entero. La cultura popular no se cambia con leyes, sino con persistentes procesos de concienciación que forman parte del debate cívico de un currículo escolar digno y eficaz y de un diálogo social libre e ilustrado. Bueno, Rosario, te dejo, que debo acudir al entierro de la mujer de mi prójimo. Te quiere, Lucho.
simeco@hoy.com.ec
Rosario: Me alegro de que estés trabajando en el Centro de Investigación del Cáncer de la Universidad de Salamanca, España. Me pides que te cuente alguna novedad médica de aquí. La Asamblea Nacional aprobó en primer debate un proyecto de Ley de Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células que sustituirá a la ley hoy vigente. El segundo debate está previsto para el 19 de diciembre, cuarto día de la novena del Niño Jesús, quien, 33 años más tarde, habría de donar su cuerpo y sangre por nuestra salvación. La Sociedad Ecuatoriana de Bioética, presidida por Agustín García Banderas, médico y filósofo, fue recibida el martes 16 de noviembre por el presidente de la Comisión de Salud de la Asamblea. En esta comisión, se examina el proyecto de trasplantes. El presidente Carlos Velasco, médico, investigador, antropólogo y carchense, nos recibió con gran cordialidad y apertura. Le felicitamos por el proyecto y la socialización del mismo, le entregamos algunas observaciones con el ruego de que la comisión las analizara con miras al segundo debate. Te voy a comentar la que se refiere a la disposición contenida en el proyecto de ley de que toda persona fallecida de más de 18 años de edad se convertirá en donante a menos que, en vida, haya manifestado lo contrario.
¿De quién es, Rosario, tu cadáver? ¿De tu familia? ¿Del Estado? ¿Del sindicato del hospital donde falleciste? Solamente tú tienes el derecho de decidir que donas tu corazón, tus riñones, tu hígado, tu córnea. Y esta donación surte efecto solamente cuando se hubiere producido tu muerte encefálica. Si lo decidiste y si tus órganos son aptos para un trasplante, tu cadáver pertenecerá al Estado, previa conversación de los funcionarios estatales con tu familia. Si decidiste expresamente que nadie toque tu cadáver para trasplantes, tu "no quiero donar" es un testamento sagrado. Tu dignidad, tus recuerdos, tus proyectos, tu libertad de decisión, tu soledad y tu intimidad, la representación de tu cadáver en cuanto evidencia de tu fugacidad constituyen la quintaesencia de tu persona. La decisión que tomes debe ser muy meditada.
Ahora bien, mi querida Rosario, el proyecto de ley deja entender que los ecuatorianos debemos manifestar nuestra decisión cuando obtengamos la cédula de identidad, para que se señale en ella si nos donamos o no. Habrá, pues, una nueva cédula, entre otros fines, para evitar la debatible presunción. Sin embargo, decidirse a donar o no donar en el momento de cedularse sería una precipitación si no hubiese habido constantes campañas de concienciación. En nuestro Ecuador, de ordinario, los muertos son amados por la familia más allá del tiempo del duelo psicológico de medio año a un año entero. La cultura popular no se cambia con leyes, sino con persistentes procesos de concienciación que forman parte del debate cívico de un currículo escolar digno y eficaz y de un diálogo social libre e ilustrado. Bueno, Rosario, te dejo, que debo acudir al entierro de la mujer de mi prójimo. Te quiere, Lucho.
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